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Authors: Daniel F. Galouye

Tags: #Ciencia Ficción

Simulacron 3 (25 page)

BOOK: Simulacron 3
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Ella continuaba sin mostrar entusiasmo alguno.

—Eso crearía una atmósfera general en la cual el simulador de Fuller, no volvería nunca a entrar en función. Y entonces sería fácil, para el operador de allá arriba, reorientar a unas cuantas unidades reaccionales como Siskin y Heath y Whitney. Podría canalizar de nuevo los intereses de éstos, hacia algo distinto a las simuelectrónicas.

—¿Pero eso no te liberaría a ti, Doug, no lo comprendes? Aún en el caso de que consiguieras salvar este mundo, no harías otra cosa que dar al operador un futuro ilimitado para aplicar toda la tortura simuelectrónica que pueda...

—¡No debe preocuparnos lo que me ocurra a mí! ¡Hay miles de gentes ahí, que ni si quiera sospechan lo que les va a ocurrir!

Pero yo comprendía su punto de vista. Mi simpatía por las unidades reaccionales tenía que ser necesariamente más profunda que la suya. Yo era uno de ellos.

Casi sollozando preguntó:

—¿Y cómo les vas a convencer de todas esas cosas acerca de Siskin? No queda mucho tiempo.

—Saldré ahí y les hablaré. Tal vez el operador vea lo que está sucediendo. Y entonces se dará cuenta de que no tiene que recurrir a destruir esta creación. Se cruzó de brazos y se apoyó contra la pared.

—No tendrás la oportunidad de decirles nada —dijo—. Siskin tiene a todas las fuerzas de policía buscándote: Te matarán en cuanto te vean.

La cogí por la muñeca y me fui hacia la puerta.

Pero ella se resistió con todas sus fuerzas:

—Aunque lo consiguieras, cariño, aunque no te mataran en cuanto te vieran y lograras convencer a todo el mundo, no verían en ti, más que a una parte del complot de Siskin. ¡Te destrozarían!

La arrastré materialmente:

—Vamos. Te necesitaré de todos modos.

CAPÍTULO XVIII

Fuera, las calles estaban llenas de gente que se arremolinaban por todas partes para dirigirse hacia REIN. Antes de que llegáramos al final de la manzana de calles, nos subimos en un transportador de velocidad media. No había sitio para dos en el otro de mayor velocidad.

Por todas partes, el murmullo de las voces se alzaba como una ola. A veces éstas quedaban apagadas por el fragor de los aplausos. Al minuto siguiente, el coche particular de Siskin se dirigía para aterrizar en el aparcamiento privado que había frente a Reactions.

De pronto me di cuenta de un signo característico que era muy significativo: No había monitores de reacción. Comprendí que su ausencia, significaba que el ARM había abandonado sus funciones, y que por consiguiente, el simulador del mundo supremo, se había quedado sin sistema de conexión.

Jinx continuaba en silencio a mi lado, con la vista al frente y el rostro apesadumbrado por las cosas que nos estaban ocurriendo.

Yo también estaba preocupado, con pensamientos lejanos. Intenté imaginarme lo que estaría haciendo el operador. Puesto que nuestros mundos estaban basados en la equivalencia en el tiempo, probablemente a estas horas ya estaría despierto. Tal vez estaría reunido con sus consejeros en aquel momento. Un hecho muy significativo era que aún no se había acoplado conmigo. Pero no me cabía la menor duda de que buscaría el lazo simuelectrónico que había entre ambos tan pronto como los formulismos de la reunión se lo permitieran. Y eso evidenciaría que el final estaba cerca.

Ante la muchedumbre que había reunida, los transportadores sólo podían avanzar muy lentamente.

Jinx me apretó la mano con mayor firmeza.

—¿Alguna señal de él?

—Todavía no. Me imagino que estará todavía reunido.

Pero en el mismo momento en que lo negaba, me di cuenta de que estaba acoplando conmigo. Notaba su presencia, mucho más débil que lo hubiera notado nunca, de todos modos.

El acoplamiento esta vez, no tuvo las repercusiones de mareos y dolor que tuvo en otras ocasiones. No sé como me di cuenta, de que por una vez se estaba limitando a observar impasiblemente. Si su intención era atormentarme, por alguna razón que yo desconocía se estaba esperando para mejor ocasión.

Miré hacia la izquierda, llevando a Jinx hacia mis sensaciones. Y entonces vi la sorpresa que se llevó al encontrarse con ella ante mí.

Inquieto, me pregunté por qué no habría empezado ya a atormentarme, o por qué no habría desfasado ya el acoplamiento del modulador. Pero comprendí la razón: Una de las más perniciosas formas de atormentar es dejar que la víctima se dé cuenta de que la angustia y el dolor son inminentes.

Como respuesta a tal pensamiento, el componente psíquico de su risa maliciosa, llegó hasta mí de una forma casi audible. Vi, que no podía perder el tiempo, cuanto más cuanto que no sabía el que me quedaba. Y esta nueva inquietud pareció proporcionarle un nuevo incremento de placer.

Abandonamos el transportador y continuamos a pie, mezclado entre la gente.


¿Hall?
—pensé.

No hubo respuesta. Entonces me acordé de que el acoplamiento era en un solo sentido.

—Hall, creo que puedo salvar a este complejo simuelectrónico.

Ni el menor síntoma de reacción. ¿Me estaría escuchando? Pero naturalmente, debía saber ya lo que yo planeaba. Debía haberlo
visto
en el fondo de mis pensamientos.

Voy a hacer que esta muchedumbre ataque contra la máquina de Siskin. No me importa lo que a mí me ocurra.

¿Hasta qué punto le agradaría ver aquella humillación por mi parte?

—Voy a tratar de hacer las cosas de tal manera que nadie pueda soportar, ni tan siquiera oír hablar del simulador de Siskin. Llegarán incluso a destruirlo. Y eso es exactamente lo que quieres. Pero no es necesario. Créeme. Pues podemos tener a ambos, al simulador de Siskin y a los monitores de reacción. Todo cuanto tenemos que hacer es procurar que REIN sea utilizado únicamente con fines de investigación para los problemas sociológicos.

Continuaba sin darme indicación alguna de que escuchaba lo que le estaba diciendo.

—Creo que conseguiré derivar la opinión pública contra Siskin. Y darán rienda suelta a su desilusión lanzándose contra el
Simulacron 3
. Creo que yo no sería capaz de conseguirlo. Pero tú sí que puedes. Para ti sería fácil. No tienes más que desencadenar una tormenta sin precedentes en cuanto se hayan enojado conmigo, y esto les tranquilizará.

—Entretanto, puedes reprogramar a unas cuantas unidades reaccionales. Elimina a Siskin de sus problemas financieros. Haz que unos cuantos se den cuenta del verdadero propósito de esa máquina. Hazles ver que su fin primordial es la investigación de las relaciones humanas. La posición de los encuestadores en este mundo no sufriría el menor descrédito. Tendrían su razón de ser.

¿Estaría jugando conmigo? ¿Trataría con su silencio aumentar mi ansiedad? ¿O estaba preocupado por ver cómo caería la policía sobre mí, o cómo la masa de gente me maltrataría cuando les hablara de su error?

Miré hacia el cielo, para ver si había ordenado que se desencadenara la tormenta que había propuesto. Pero no vi ni una sola nube.

Nos hallábamos ya en la última manzana que nos llevaría a desembocar al edificio de Reactions. Y la calle estaba tan congestionada de gente, que apenas podía conseguir que Jinx viniera tras de mí.

Al frente se alzaba la pancarta que Siskin había hecho colocar sobre el edificio:

ACONTECIMIENTO HISTÓRICO

HOY DEMOSTRACIÓN PÚBLICA

(POR CORTESIA DE HORACE P. SISKTN)

REIN RESOLVERÁ LOS PRIMEROS PROBLEMAS

DEL HUMANISMO

Evidentemente era un fraude. Heath no había tenido tiempo de reprogramar el simulador para una nueva función. Siskin le daría a la gente un discurso de tipo idealista —posiblemente con miras a un nuevo asalto legislativo contra los encuestadores —en cuanto les hubiera dejado recobrar por unas horas el resuello.

La muchedumbre se mecía de un lado a otro, arrastrándonos consigo. Y yo estaba agradecido por, la «demostración» de Siskin. Había miles de gente a mano para escuchar lo que tenía que decir.

Jinx se volvió hacia mí:

—Seguramente a estas horas ya se habrá acoplado contigo.

Pero yo estaba dirigiendo mis pensamientos hacia el operador, convirtiendo mis palabras casi en la súplica de una oración:

—Hall, si piensas en lo que te estoy diciendo, sólo me queda un par más de cosas.

—Dorothy Ford se merece más de lo que ha tenido hasta ahora. Puedes eliminar a todo cuanto de sórdido encuentres. Whitney podría desempeñar las funciones de supervisión sociológica mucho mejor que Heath. Y por último, busca un medio de que Jinx pueda salir de todo esto. Yo no he podido lograrlo.

Habíamos llegado a la intersección final, y me vi a mí mismo como un hombre que había estado rezando. La incertidumbre que siguió a mi súplica era quizás análoga al ruego efectuado a las divinidades, al menos en una cosa: En el aforismo que decía:

«No esperes una respuesta oral ni de los dioses».

De repente llegó a mí... el vértigo, los ruidos, que no eran en absoluto sonidos, las náuseas, el calor que abrasaba mis sentidos.

Había desfasado el modulador. Y en medio de aquel tormento, llegó hasta mí la impresión de su risa salvaje. Me había oído. Pero mi abyecta sumisión no había hecho más que divertirle.

Se me ocurrió pensar de pronto, que tal vez no había querido nunca, que nunca había tenido la intención de salvar a este mundo. Tal vez, después de todo, lo único que había deseado era ver el horror reflejado en los miles de unidades de reacción, mientras veían cómo el mundo se les venía encima.

El mare magnum de humanidad en que nos hallábamos atrapados, se movió de un lado a otro, y luego se inclinó hacia la izquierda. Cerca de donde nos hallábamos, dos policías, trataban de restablecer el orden.

Alzando a Jinx sobre una plataforma, me subí sobre un trozo transportador que se había averiado, y me coloqué a su lado. Dos veces nos bajaron antes de que lográramos abrirnos camino hacia la superestructura de control.

Desde allí consideré los privilegios que tenía nuestra posición.

Cogí a Jinx por los hombros y la giré hacia mí:

—No querría que fuera así, pero no me queda otro remedio.

Saqué el revólver del bolsillo, y tomándola por la cintura la puse frente a mí como si se tratara de un escudo. Blandí el arma y grité a la muchedumbre para que me prestaran atención.

Una mujer vio el revólver y chilló:

—¡Cuidado! ¡Está armado! —hizo cuanto pudo por alejarse.

Tres hombres la siguieron, uno de ellos gritando: —¡Es Hall! ¡Ese tipo es Hall!

Inmediatamente los alrededores quedaron evacuados. No estábamos en aquel sector de la plataforma, más que Jinx y yo.

Un policía que se hallaba cerca se acercó a nosotros, alzando su arma.

—¡No intente nada contra nosotros! —le advertí—. ¡Si me quiere paralizar a mí, mis reflejos la matarán!

Bajó el arma, y miró a un oficial que había llegado por fin junto a él, como si estuviera esperando órdenes.

—¡Están todos ustedes equivocados respecto al simulador de Fuller! —grité—. ¡No va a hacer uso de él para mejorar la raza humana!

Se produjeron algunas voces entre la gente, todas ella de desaprobación:

—¡Que le bajen de ahí! —gritó alguien. Cuatro policías más se abrieron paso hasta las inmediaciones.

—No creo que esto sirva de nada, Doug —dijo Jinx con bastante temor—. No querrán escuchar. Sin hacerle caso continué:

—¡Son todos unos imbéciles..., sí, todos ustedes! Siskin les está utilizando como a un rebaño de ovejas. ¡Lo único que está haciendo es utilizar su simulador para protegerlo de los encuestadores!

Se elevó un coro de voces:

—¡Mentira! ¡Mentira!

Uno de los oficiales trató de llegar hasta donde nos hallábamos. La estreché más contra mí y apoyé con mayor fuerza el revólver contra sus sienes.

Se retiró y miró con desgana hacia su revólver.

Empecé a dirigirme a la gente de nuevo, pero no pude más que quedarme temblando mientras el operador iniciaba un nuevo acoplamiento. Luché desesperadamente para apartar de mí tales sensaciones.

—Doug, ¿qué te ocurre?

—Nada.

—¿El... el operador?

—No —no era necesario de que ella se enterara del acoplamiento.

Noté su rigidez, era como si se sintiera desilusionada porque el tormento no había comenzado todavía.

La masa de gente pareció acallarse un poco y yo continué:

—¿Iba a arriesgar mi vida si lo que estoy diciendo no fuera verdad? Siskin sólo quiere vuestra simpatía y vuestro apoyo para que los encuestadores no puedan hacer nada contra él. ¡Su simulador no tendrá utilidad alguna para nadie más que para él!

El modulador del supremo Hall volvió a dejarse sentir sobre mí y con él fue en aumento la tortura. Sólo era sustituida de vez en cuando esta sensación por la risa brutal del operador.

Alcé la mirada. Continuaba sin haber la menor señal de una nube. O quería realmente destruir su creación simuelectrónica, o es que no había pensado en que yo podía reorientar a sus miles de unidades reaccionales.

—¡Lo único que quiere Siskin es dominar la nación! —grité con todas mis fuerzas—.

—¡Está conspirando con el partido! ¡Contra vosotros!

Una vez más tuve que esperar a reunir nuevas fuerzas para poder continuar.

—¡Haciendo uso del simulador para sus fines políticos logrará ser elevado al cargo que quiera!

Ya había algunos que escuchaban. Pero la gran mayoría, continuaban dando voces para que me sacaran de allí.

Un grupo de policías había rodeado la plataforma. Uno de ellos estaba diciendo algo a través de un transmisor. No tardaría mucho en llegar hasta allí, uno de los coches aéreos de la policía. Y entonces Jinx no me podría respaldar de sus ocupantes.

A lo largo de la calle había varías personas que se dirigían hacia el edificio de Reactions. Reconocí a dos de ellos... Dorothy Ford, y al nuevo director técnico de Reactions, Marcus Heath.

Angustiado, me dirigí de nuevo hacia la masa:

—¡Conozco los planes de Siskin porque yo formaba parte de la conspiración! Si no me creéis ahora, no haréis con ello más que demostrar que sois en realidad los imbéciles que Siskin había confiado en que erais.

Desde lo alto del edificio, Heath se llevó un amplificador a los labios y gritó:

—¡No le escuchéis! ¡Está mintiendo! ¡Dice eso porque fue despedido del Establecimiento por míster Siskin y el partido...

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