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Authors: Jared Diamond

Tags: #Divulgación Científica, Sexualidad

¿Por qué es divertido el sexo? (16 page)

BOOK: ¿Por qué es divertido el sexo?
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Capítulo
6
Hacer mas haciendo menos: la evolución de la menopausia femenina

La mayoría de los animales salvajes siguen siendo fértiles hasta que mueren, o bien hasta cercano ese momento. Así sucede con los machos de los humanos: aunque algunos se vuelvan infértiles o sean menos fértiles a diversas edades y por variadas razones, los hombres no experimentan un cese total de la fertilidad en ninguna edad en particular. Hay innumerables casos bien comprobados de hombres viejos, incluyendo uno de noventa y cuatro años, que son padres.

Pero las hembras humanas experimentan una caída en picado de su fertilidad desde la edad de cuarenta años, que en Una década aproximadamente conduce a la completa y total esterilidad. Mientras que algunas mujeres continúan teniendo ciclos menstruales regulares hasta la edad de cincuenta y cuatro o cincuenta y cinco años, la concepción después de los cincuenta era escasa hasta el reciente desarrollo de tecnologías médicas que utilizan terapias hormonales y fertilización artificial. Por ejemplo, entre los huteritas estadounidenses, una comunidad religiosa estricta, bien nutrida y opuesta a la anticoncepción, las mujeres producen bebés tan rápido como es biológicamente posible para los humanos, con un intervalo medio de tan sólo dos años entre nacimientos y un número medio final de once niños. E incluso las mujeres huteritas dejan de producir bebés alrededor de los cuarenta y nueve años.

Para los profanos, la menopausia es un hecho inevitable de la vida, si bien es cierto que constituye frecuentemente un hecho doloroso anticipado con aprensión. Pero para los biólogos evolutivos, la menopausia femenina humana es una aberración en el mundo animal y una paradoja intelectual. La esencia de la selección natural es que promueve genes responsables de caracteres que aumentan el número de los descendientes propios que llevarán esos genes. ¿Cómo es posible que la selección natural dé como resultado que la totalidad de las hembras de una especie lleven genes que restrinjan su capacidad para dejar más descendientes? Todas las características biológicas son objeto de variación genética, incluyendo la edad de la menopausia femenina humana. Una vez que la menopausia femenina quedó de alguna manera establecida en los humanos por cualquier razón que fuera, ¿por qué no fue su edad de inicio empujada gradualmente hacia adelante hasta que desapareciera de nuevo, debido a que aquellas mujeres que experimentaron la menopausia más tarde en la vida dejaron tras de ellas más descendientes?

Para los biólogos evolutivos, la menopausia femenina se halla así entre las características más peculiares de la sexualidad humana; como argumentaré, también se cuenta entre las más importantes. Junto con nuestros grandes cerebros y la postura erguida (subrayada en todos los textos dé evolución humana), y nuestra ovulación oculta e inclinación al sexo recreativo (a las que los textos dedican menos atención), creo que la menopausia femenina estaba entre los rasgos biológicos esenciales para hacernos distintivamente humanos: una criatura más que (y cualitativamente diferente de) un simio.

Muchos biólogos se mostrarían reacios ante lo que acabo de decir. Argumentarían que la menopausia femenina humana no representa un problema sin resolver, y que no hay necesidad de discutir sobre ella más en profundidad. Sus objeciones son de tres clases.

En primer término, algunos biólogos rechazan la menopausia femenina humana como un proceso generado por el reciente aumento de la esperanza de vida humana. Este aumento no sólo tiene su origen en las medidas de salud pública llevadas a cabo en el último siglo, sino posiblemente también en la aparición de la agricultura hace diez mil años, e incluso más posiblemente en la de los cambios evolutivos que conducen a unas habilidades de supervivencia humana incrementadas en los últimos cuarenta mil años. De acuerdo con esta visión, la menopausia no habría sido un suceso frecuente durante la mayoría de los varios millones de años de evolución humana debido a que (supuestamente) casi ningún hombre o mujer sobrevivía por encima de la edad de cuarenta años. Por supuesto, el tracto reproductivo femenino fue programado para cesar alrededor de los cuarenta años porque, de todas formas, no habría tenido la oportunidad de actuar de ahí en adelante. El aumento de la duración de la vida humana se ha desarrollado demasiado recientemente en nuestra historia evolutiva como para que el tracto reproductivo femenino tuviera tiempo de adaptarse; al menos, así reza esta objeción.

Sin embargo, esta visión ignora el hecho de que el tracto reproductivo masculino humano y todas las demás funciones biológicas, tanto de hombres como de mujeres, continúan funcionando en la mayoría de la gente muchas décadas después de la edad de cuarenta años. Tendríamos entonces que asumir que cada una de las demás funciones biológicas fue capaz de ajustarse rápidamente a nuestra nueva duración de la vida, dejando inexplicado por qué la reproducción femenina fue la única incapaz de hacerlo. La afirmación de que anteriormente pocas mujeres sobrevivían hasta la edad de la menopausia está basada en la paleodemografía, es decir, en intentos de estimar la edad en el momento de la muerte en esqueletos antiguos. Esas estimaciones descansan sobre suposiciones no probadas y no plausibles, tales como que los esqueletos recuperados representan una muestra objetiva de toda una población antigua, o que realmente se puede atribuir edad con precisión a los esqueletos adultos antiguos. Mientras que no se cuestiona la capacidad de los paleodemógrafos para distinguir el antiguo esqueleto de una persona de diez años del de una de veinticinco, la capacidad que pretenden de distinguir a un hombre de cuarenta años de uno de cincuenta nunca ha sido demostrada. Difícilmente se puede razonar en base a comparaciones con esqueletos de personas modernas, cuyos diferentes estilos de vida, dietas y enfermedades conducen con seguridad a que sus huesos envejezcan a un ritmo diferente al de los huesos de los antiguos.

Una segunda objeción reconoce la menopausia humana femenina como un fenómeno posiblemente antiguo, pero niega que sea único de humanos. Muchos o la mayoría de los animales salvajes muestran una disminución de la fertilidad con la edad. Algunos individuos de avanzada edad de una amplia variedad de especies salvajes de mamíferos y aves resultan ser infértiles. Muchos individuos hembra de avanzada edad de macaco rhesus, y ciertas cepas de ratones de laboratorio, que viven en jaulas de laboratorio o en zoológicos donde sus vidas son considerablemente prolongadas respecto a la duración esperada de vida en la naturaleza por sus dietas de gourmet, supervisión y soberbia atención médica, y completa protección frente a enemigos, se vuelven infértiles. De ahí que algunos biólogos objeten que la menopausia humana femenina forma parte simplemente de un extendido fenómeno de menopausia animal. Cualquiera que fuere la explicación del fenómeno, su existencia en muchas especies significaría que no hay nada necesariamente peculiar en la menopausia en la especie humana que requiera explicación.

Sin embargo, una golondrina no hace verano, ni tampoco una hembra estéril es constitutiva de menopausia. Es decir, la detección de un ocasional individuo de avanzada edad estéril en la naturaleza, o de esterilidad regular en animales enjaulados con duraciones de vida artificialmente prolongadas, no permite establecer la existencia de la menopausia como fenómeno biológicamente significativo en la naturaleza. Esto requeriría la demostración de que una fracción sustancial de hembras adultas en una población animal salvaje se vuelven estériles y pasan una porción significativa de la duración de su vida después del término de su fertilidad.

La especie humana cumple con esta definición, pero sólo una o posiblemente dos especies animales salvajes se sabe definitivamente que lo hacen. Una es un ratón marsupial australiano en el que los
machos
(no las hembras) muestran algo parecido a la menopausia: todos los machos de la población se vuelven estériles durante un período breve en agosto y mueren en el siguiente par de semanas, dejando una población que consiste únicamente en hembras preñadas. En ese caso, sin embargo, la fase posmenopáusica es una fracción despreciable de la duración total de la vida del macho. Los ratones marsupiales no suponen un ejemplo de la verdadera menopausia, sino que son considerados más apropiadamente como un ejemplo de la reproducción big-bang, un único esfuerzo reproductivo en la vida seguido rápidamente por la esterilidad y la muerte, como en los salmones y las pitas. El mejor ejemplo de menopausia animal lo proporcionan los calderones, entre los cuales un cuarto de todas las hembras adultas asesinadas por los balleneros resultaron ser posmenopáusicas, a juzgar por la condición de sus ovarios. Las hembras de calderón comienzan la menopausia a la edad de treinta o cuarenta años, tienen una media de supervivencia de por lo menos catorce años después de la menopausia y pueden vivir durante alrededor de sesenta años.

Así pues, la menopausia como fenómeno biológicamente significativo no es exclusivo de los humanos, siendo compartido por lo menos con una especie de ballenas. Merecería la pena buscar evidencia de menopausia en las ballenas asesinas y unas cuantas especies más como posibles candidatos. Pero hembras mayores todavía fértiles son encontradas frecuentemente entre poblaciones salvajes bien estudiadas de otros mamíferos de larga vida, incluyendo chimpancés, gorilas, babuinos y elefantes. De ahí que sea improbable que esas especies y la mayoría de las otras estén caracterizadas por la menopausia regular. Por ejemplo, un elefante de cincuenta y cinco años es considerado de avanzada edad, puesto que el 95 por 100 de los elefantes mueren antes de esa edad. Pero la fertilidad de una hembra de elefante de cincuenta y cinco años es aun así la mitad de la de hembras más jóvenes en la flor de la vida.

La menopausia femenina es suficientemente inusual en el mundo animal como para que su evolución en humanos requiera una explicación. Evidentemente no la heredamos de los calderones, de cuyos ancestros se separaron los nuestros hace cerca de cincuenta millones de años. De hecho, la debemos haber evolucionado puesto que nuestros ancestros se distanciaron de los de los chimpancés y de los ancestros de los gorilas hace siete millones de años, ya que nosotros experimentamos la menopausia y los chimpancés y los gorilas no parecen hacerlo (o por lo menos no regularmente).

La tercera y última objeción afecta al reconocimiento de la menopausia humana como un fenómeno antiguo, inusual entre los animales. Estos críticos afirman que no necesitamos buscar una explicación a la menopausia porque el enigma ya ha sido resuelto. La solución (dicen) reside en el mecanismo fisiológico de la menopausia: el suministro de óvulos de una mujer está fijado al nacer y no vuelve a incrementarse en su vida. En cada ciclo menstrual se pierden por ovulación uno o más óvulos, y muchos más sencillamente mueren (proceso llamado atresia). Hacia la época en la que una mujer tiene cincuenta años, la mayoría de su suministro de óvulos original ha sido agotado. Los óvulos que quedan tienen una antigüedad de medio siglo, son cada vez menos sensibles a las hormonas de la pituitaria y son demasiado pocos en número como para producir el suficiente estradiol para activar la liberación de hormonas de la pituitaria.

Pero hay una dura contraobjeción a esta objeción. Aunque la objeción no es incorrecta, es incompleta. Sí, el agotamiento y envejecimiento del suministro de óvulos son las causas inmediatas de la menopausia humana, pero ¿por qué programó la selección natural a las mujeres de modo que sus óvulos resultaran agotados o insensibles a los cuarenta años? No hay ninguna razón convincente por la que no hubiéramos podido evolucionar una cuota inicial de óvulos el doble de grande, u óvulos que permanecieran sensibles después de medio siglo. Los óvulos de los elefantes, de las ballenas francas y posiblemente de los albatros permanecen viables durante al menos sesenta años, y los óvulos de las tortugas permanecen viables durante mucho más tiempo, así que presumiblemente los óvulos humanos podrían haber desarrollado la misma capacidad.

La razón básica por la que la tercera objeción es incompleta es porque confunde mecanismos próximos con explicaciones causales últimas. (Un mecanismo próximo es una causa directa inmediata, mientras que una explicación última es la última en la larga cadena de factores que conducen hasta esa causa inmediata. Por ejemplo, la causa próxima de la ruptura de un matrimonio puede ser el descubrimiento por parte del marido de los asuntos extramatrimoniales de su mujer, pero la explicación última podría ser la insensibilidad crónica del esposo y la incompatibilidad elemental de la pareja que condujo a la esposa a tener otras relaciones.) Los fisiólogos y los biólogos moleculares caen habitualmente en la trampa de pasar por alto esta distinción, que es fundamental para la biología, la historia y el comportamiento humano. La fisiología y la biología molecular no pueden hacer nada más que identificar mecanismos próximos; sólo la biología evolutiva puede proporcionar explicaciones causales últimas. Como un sencillo ejemplo, la razón próxima de por qué las así llamadas ranas veneno de flecha son venenosas es que secretan un compuesto químico letal llamado batracotoxina. Pero ese mecanismo biológico para la ponzoñez de las ranas podría ser considerado un detalle sin importancia porque muchos otros compuestos químicos venenosos habrían funcionado igualmente bien. La explicación causal última es que las ranas veneno de flecha evolucionaron compuestos químicos venenosos porque son pequeñas, animales de otra manera indefensos que serían una presa fácil para los depredadores si no estuvieran protegidos por el veneno.

Hemos visto repetidamente en este libro que las grandes preguntas sobre la sexualidad humana son cuestiones evolutivas sobre explicaciones causales últimas, no la búsqueda en pos de los mecanismos fisiológicos próximos. Sí, el sexo es divertido para nosotros porque las mujeres tienen ovulaciones ocultas y son constantemente receptivas, pero ¿por qué evolucionaron esa fisiología reproductiva tan inusual? Sí, los hombres tienen la capacidad fisiológica de producir leche, pero ¿por qué no evolucionaron para explotar esta capacidad? También para la menopausia, la parte sencilla del enigma es el hecho mundano de que el suministro de óvulos de una mujer se agota o queda afectado alrededor del momento en el que ella tiene cincuenta años. El reto es entender por qué hemos evolucionado ese detalle aparentemente contraproducente de la fisiología reproductiva.

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